lunes, 6 de febrero de 2017

Reseña de Cicatriz, de Juan Gómez Jurado.

Hace un par de semanas que terminé Cicatriz, de +Juan Gómez-Jurado. He querido dejar reposar un poco la impresión que me causó porque creí que era mejor verlo con un poco de perspectiva. 

Cuando lo empecé me enganchó una primera parte tierna y novedosa en una presentación engañosa de lo que vendría después. Una vez que me tuvo atrapado y había traspasado esa fina línea que separa dejarlo en la mesilla de noche por tiempo indeterminado y tener la necesidad casi psicopatológica de terminarlo, la historia tornó a algo conocido: y ahí fue cuando reconocí que me había cautivado el mismo patrón de El Paciente. Bien jugado, Juan.

Tengo que reconocer que aunque el final mantiene la tensión, desesperando al incauto lector ávido de conocer cómo resolverá una trama tan abierta, es de las novelas que menos me ha gustado, en términos generales, de Juan Gómez-Jurado. Pero también hay que decir que La leyenda del ladrón, El paciente,  El emblema del traidor y Espía de Dios me dejaron con la boca abierta unos pocos de días seguidos. Por ello, no es que no sea una gran historia, magníficamente contada, emocionante y redonda, sino que el listón estaba muy alto.


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