miércoles, 20 de enero de 2010

Johnny et Sylvie

Al fondo del taller una vieja gramola arancaba los quejidos de Gardel de un ajado disco de pizzarra. Johnny miraba absorto el amanecer de colores que el azar había dibujado en su bata.

   - Joder... debería cambiar el lienzo por este trapo.

Se perdió en los tonos que andaba buscando; divagando como estaba y por el volumen tan alto de la gramola no escuchó que alguien entraba a casa. En el siguiente silencio previo a que empezara otra canción escuchó un portazo en la planta de abajo. Se sobresaltó. Miró el reloj: las 19:50; temprano. Agarró un martillo y lo escondió en un bolsillo de la bata, lo que hacía que esta le abrochara desigual y casi arrastrara del lado de la herramienta, pero no estaba ahora para cuestiones estéticas.


Bajó despacio escuchando los movimientos del intruso y se paró delante del cuarto de baño. Acercó la cabeza a la puerta y sintió alguien dentro, asi que se separó rápidamente y se preparó para recibir al extraño. Esperó unos segundos, agotó su paciencia y abrió de golpe con el rostro desfigurado por el miedo y la ira.


Los negros rizos de Sylvie no pudieron ocultar la cara de susto. Pero sólo duró un segundo, después volvió la sonrisa vergonzosa de alguien que se siente tan amada que cree no se lo merezca.

2 comentarios:

  1. Gardel.. que guay, yo si supiese pintar bien, me lo pondría de fondo.

    La última frase me encanta

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  2. Syvie es algo afortunada no crees!

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